Extranjerismos

9 Ago

Buenas, chavalería estudiantil.

Recordemos que los extranjerismos son las palabras procedentes de otras lenguas que conservan la ortografía y a veces también la pronunciación de su lengua de origen. También se les llama barbarismos o xenismos. Sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, la mayoría de estas palabras proceden del inglés (stop, manager, marketing, pressing…), aunque en épocas anteriores muchas se tomaban del francés (boutique, amateur, tournee, voyeur…) Algunos de los motivos por los que se emplean es por prestigio social, ya que su uso suele estar asociado a personas de clase alta o con una «cultura cosmopolita», por así decirlo.

No está de más subrayar que aunque cada vez se usan con mayor frecuencia, lo cierto es que son palabras que conviene evitar y que en casi todos los casos tienen un término equivalente en castellano que debemos emplear en su lugar. Lo habitual es que si el uso de un extranjerismo concreto se prolonga en el tiempo, estas palabras sufran dos posibles procesos: o se conviertan en calcos, traduciéndose la palabra originaria en términos españoles (weekend > ‘fin de semana’ // skyscraper > rascacielos) o terminen sufriendo una adaptación a nuestra pronunciación y ortografía (command > comando // deodorant > desodorante). En estos casos la RAE suele terminar aceptándolas como palabras correctas y acaban por aparecer en el diccionario.

Aquí tenéis unas actividades para aprender el significado de algunos extranjerismos:

Y de postre, a propósito de este tema, el escritor Mario Benedetti (URU, 1920-2009) en su libro Despistes y franquezas, nos cuenta la siguiente anécdota:

Veamos, dijo el profesor:
– ¿Alguno de ustedes sabe que es lo contrario de “in”?
– “¡Out!”, respondió prestamente un alumno.
– No es obligatorio pensar en inglés. En español, lo contrario de “in”, como prefijo privativo, claro, suele ser la misma palabra, pero sin esa sílaba.
– Sí ya sé, profesor: Insensato – sensato, indócil y dócil.
– Parcialmente correcto; no olviden muchachos que lo contario del invierno no es el vierno, sino el verano.
– No se burle, profesor…
– Vamos a ver… ¿Sería Vd. capaz de formar una frase, más o menos coherente, con palabras que si son despojadas del prefijo “in” no confirman la ortodoxia gramatical?
– Probaré, profesor: “Aquel dividuo me molestó sus cógnitas. Se sintió dulgente, pero dómito. Hizo ventario de las famias, con que tanto lo habían cordiado, y aunque se resignó a mantenerse cólume, así y todo,  en las noches padecía de somnio ya que le preocupaban la flación y su cremento”.
El profesor admitió sin euforia:
– Sulso, pero pecable.

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